martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 11 de la novela "El año de la lepra"



El año de la lepra
 Jorge García Tamayo, 2011
Capítulo 11
Lunes 10 de agosto, 1871; 8:00 pm
Te has sentado en tu mesa de madera después de cenar. Lorenza te ha preparado una sopa de pescado que has tomado en cucharadas calientes. También has comido plátano verde y yuca sancochada. Tu sobrino y ella se han acomodado en la mesa para conversar contigo. Te acompañan en la cena. Ellos te hablaron sobre los problemas suscitados con el nuevo médico que dirige el leprocomio, el doctor Sheringan. Es un cirujano y le han encargado del control de los pacientes del leprosario, pero no debemos inquietarnos por su conducta. Esto les dices a José, y a Lorencita y ella asiente dubitativa. Tú parecieras querer justificar la conducta del galeno inglés para no intranquilizarles. José mastica el plátano verde pensativo, él parece no creer en tu optimismo. Lorencita sonríe achinando sus ojos, como si quisiera ayudarte mientras tú terminas con la sopa.
Sheringan, evidentemente no creía en los métodos de Luís Daniel y su
actitud, con varios desplantes le habían causado algunos disgustos. Luís Daniel estuvo una semana entera, desde que el doctor Sheringan se encargó de la dirección, aguardando por la visita de sus colegas Manget y Shier quienes eran los comisionados para el control de los hospitales en todo el territorio de la Guayana Inglesa, pero estos no habían aparecido. Sheringan estaba al tanto de la situación, pero no le comunicaba nada a Luís Daniel. Estas cosas, a él le molestaban y en el fondo de su corazón había comenzado a dudar de su capacidad para llegar hasta el final de sus planes. Durante el mes de enero de ese año 1871, el gobernador de la Guayana Inglesa se había acercado hasta Demerara para visitar el Asilo de Mahaica. “Desde el año 1858, los leprosos habían sido agrupados en una institución ubicada en la boca de la quebrada Mahaica, la cual había crecido expandiéndose hasta tener que esperar meses para lograr cupos para los pacientes nuevos. El 31 de diciembre del año 1859 habían 105 leprosos en el hospital de la isla y 10 años más tarde en 1869 se totalizaban 300 sin posibilidades para ingresar más enfermos”. En la oportunidad de la visita del Gobernador de la Guayana, se habría de decidir el futuro de la isla Kaow. Por su posición estratégica en medio del Esequibo, en la confluencia con el Mazaruni y por su ambiente de salubridad, él mismo decidiría en aquel momento que todos los enfermos de lepra deberían concentrarse en el leprocomio de la isla y ordenó entonces la refacción y pintura de sus locales y quedó a la espera de la llamada del Dr Beauperthuy quien en febrero llegaría para curar a los enfermos con nuevos y esperanzadores métodos de tratamiento. A partir de ese momento, los enfermos quedarían bajo la supervisión del Médico–Cirujano residente. Ahora, después de la visita del Gobernador también habían traído al doctor Sheringan quien no le daba mucha importancia al trabajo del médico de Cumaná. Igualmente y en esa tónica, parecía estar el señor clérigo, venido desde el establecimiento penitenciario ubicado a orillas del río Mazaruni, quien confiaba en ayudar a los leprosos ofreciéndoles su auxilio espiritual, algo que él consideraba más efectivo e importante que las “unciones oleosas” del médico de Cumaná. Los requerimientos del hospital de acuerdo al reporte del Gobernador quien paradójicamente ya se había referido al hospital de la isla como “aquella penosa aunque interesante institución”, iban desde las necesidades del señor clérigo en Biblias y libros de rezos, y el censo de las religiones de los enfermos: “67 de la Iglesia de Inglaterra, 19 de la iglesia de Escocia, 15 católicos, 58 de otras religiones cristianas, 80 hindúes, chinos y de las Indias Orientales o enfermos que prefieren no dar información como si fuesen descreídos”, hasta una pequeña asignación para medicamentos. En el informe del Gobernador igualmente se destacaba en su momento “la llegada del Dr Beauperthug”, quien había venido desde Cumaná en Venezuela, con nuevos métodos para la curación de la lepra. “Me llamó poderosamente la atención por su conocimiento sobre la condición personal de cada enfermo, en un sentido tal que el Dr. B, hizo una selección entre los enfermos que eran candidatos a curarse prontamente y algunos fueron dados de alta del hospital en la isla Kaow, al considerar que no estaban correctamente diagnosticados”. Aunque existía un pronunciamiento del Colegio de Médicos de la Gran Bretaña sobre la no contagiosidad de la lepra, ni el Dr Manget Cirujano, ni el Dr. Shier Inspector Médico de los Hospitales del Estado, parecían estar de acuerdo con la opinión emitida, pues no aceptaron nunca dormir en las mismas habitaciones donde estaban los pacientes leprosos. Ellos señalaron que “La lepra está aumentando en el territorio y es una enfermedad que asusta a la gente por la terrible apariencia que adoptan los enfermos.”

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